En las diferentes etapas del proceso histórico social de la humanidad, sus formas organizativas y modos relacionales, las mujeres y los afrodescendientes han compartido un hecho en común, el desprecio y menoscabo de su condición de género y etnicidad. La sociedad se organizó en torno a criterios patriarcales y posteriormente coloniales, en los que se definió de manera arbitraria como inferior a toda persona que se no se encontrase dentro del grupo de los hombres, europeos o eurodescendientes, heterosexuales y poseedores de recursos económicos. Todos aquellos con una condición, herencia o experiencia de vida distinta serían sistemáticamente excluidos de la “civilización” y reducidos a la condición de inferioridad e irracionalidad.
Ante la persistencia de estas formas de discriminación, en algunos países se ha avanzado en la construcción de una estructura jurídica e instituciones para la prevención, atención, sanción y erradicación del racismo y otras formas de discriminación; pese a ello, las mujeres afrodescendientes, continúan siendo las más afectadas, vulnerables, discriminadas, excluidas y empobrecidas, siendo su participación en los diversos ámbitos de la vida social limitada. La situación social y experiencias de las mujeres afrodescendientes destacan entre las más complejas de la región, dado que pertenecen a los dos grupos sociales históricamente considerados inferiores y discriminados; este hecho de acuerdo a Epsy Campbell ha favorecido su exclusión y marginación económica, así como, el acceso a la educación, los servicios básicos, el empleo, la salud, entre otras. (más…)